jueves, 25 de octubre de 2012

Una Justicia y un juicio singulares: la condena al ex mayordomo de Benedicto XVI

“Cuatro características corresponden al juez: Escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente”.- Sócrates (470 AC-399 AC) Filósofo griego.


“El ex mayordomo del Papa ingresará hoy en prisión al no presentar recurso
(Efe | Ciudad del Vaticano, 25/10/2012)
En el juicio
El ex mayordomo del papa, Paolo Gabriele, condenado a año y medio de cárcel por el robo con agravantes de documentos reservados de Benedicto XVI, ingresará hoy mismo en una celda del cuartel de la Gendarmería vaticana, al no haber recurrido la sentencia del pasado 6 de octubre.
Así se lee en un comunicado publicado por la Oficina de Prensa del Vaticano que explica como al no haber presentado una apelación a la sentencia en primera instancia la condena "se hace definitiva".
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, explicó que Gabriele ingresará hoy mismo en la celda y afirmó que "queda aún abierta" la posibilidad de que Benedicto XVI le conceda la gracia.
En el texto del veredicto, publicada el pasado 23 de octubre, ya se informaba de que Gabriele cumpliría su condena en una prisión del Vaticano y que la sentencia se haría firme en el periodo estipulado si no se presentaba la apelación, al no haberse aplicado los beneficios de la ley respecto a la suspensión de la pena.
La Secretaria de Estado vaticano también hoy emitió un comunicado en el que afirmaba que con la sentencia en firme del juicio contra Paolo Gabriele "termina un asunto triste, que ha tenido consecuencias muy dolorosas".
Acaba un "escándalo entre los fieles"
"Se ha ofendido personalmente al Santo Padre, se ha violado el derecho a la privacidad de muchas personas que se habían dirigido al papa por su posición, se ha creado un perjuicio a la Santa Sede y a varias de sus instituciones, se ha creado un obstáculo a las comunicaciones entre obispos del mundo y la Santa Sede y causado un escándalo en la comunidad de los fieles", agregó la Secretaria de Estado.
Asimismo, continúa el comunicado, "durante varios meses se ha turbado la serenidad de una comunidad que trabaja cotidianamente al servicio del Sucesor de Pedro".
La Secretaria de Estado consideró además que el proceso a Gabriele se "desarrolló de manera transparente y ecuánime y en el pleno respeto del derecho a la defensa".
Comentando la sentencia, explicaron que esta rechaza cualquier tipo de "conjeturas sobre la existencia de complots o implicación de otras personas".
También la Secretaria de Estado señaló cómo, a pesar del encarcelamiento, es posible "la eventualidad de una concesión de la gracia" por parte del papa y subraya que ésta "presupondría razonablemente un arrepentimiento por parte del reo y la sincera petición de perdón al Sumo Pontífice y a todos aquellos quienes han resultado ofendidos".
Las cartas secretas
El tribunal vaticano que juzgó a Gabriele, presidido por Giuseppe Della Torre, consideró para dictar dicha pena que el robo de cientos de documentos reservados enviados al papa y a su secretario, Georg Ganswein, constituye una acción lesiva contra el pontífice, la Iglesia Católica y el Estado de la Ciudad del Vaticano.
"La acción de Gabriele ha violado no sólo el fundamental derecho a la buena fama y a la privacidad de todas las personas afectadas, sino también el secreto que corresponde a los actos de un soberano (el papa es soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano)", señalaba el texto.
El juicio al informático Claudio Sciarpelletti, de 48 años, acusado de presunto encubrimiento por este caso comenzará el próximo 5 de noviembre y por este delito podría ser condenado hasta a un año de cárcel.”
 (De “El Mundo”)
El Tribunal vaticano
El Tribunal
Para encontrarse en el Estado más pequeño del mundo, el Tribunal de la Ciudad del Vaticano debe afrontar una enorme cantidad de trabajo: 640 procesos civiles y 226 penales en 2001, ante una población verdaderamente minúscula de apenas 492 personas. El sistema, hasta ahora, ha funcionado bien, si bien podría colapsarse en los próximos años.
Lo advierte, en la relación que presentó durante la apertura del Año Judicial del Tribunal vaticano, el promotor de la justicia, es decir el procurador general del Tribunal, el abogado Nicola Piccardi.
El elevado número de procesos en el Vaticano no debe sorprendernos: no son tanto los ciudadanos y los residentes vaticanos los que son particularmente “litigiosos”, más bien es la consecuencia del hecho de que cada año entran al Vaticano, sobre todo a la Basílica de San Pedro y a los Museos Vaticanos, alrededor de 18 millones de peregrinos y turistas. No es una casualidad que la mayor parte de los delitos cometidos en el Vaticano son robos de toda índole, a menudo perpetrados contra los visitantes del estado más pequeño del mundo.
A pesar de la cantidad de trabajo, según Piccardi, el ordenamiento judicial del Vaticano es «un aparato suficientemente equilibrado y eficiente», es más, «ágil y armónico», capaz de una productividad impresionante.
Lo confirma la duración promedio de los procesos, muy inferior con respecto a los de Italia; los procesos penales duran, en promedio, 18,8 días, con instructorias de 270 días, mientras que para los procesos civiles se requieren unos 13 días en promedio. Una duración -indicó el promotor- que puede aumentar desmesuradamentem hasta alcanzar muchos años, cuando los procesos se vuelven más complejos, sobre todo porque un sitio como la Ciudad del Vaticano debe conducir prácticamente todas sus averiguaciones e instructorias en colaboración con estados extranjeros.

Sin embargo, los buenos resultados no deben hacer que se olviden los riesgos que acarrea el aumento de las competencias del sistema judicial vaticano de los últimos años. Primero fueron introducidas las causas de trabajo para los empleados del Vaticano y de los entes relacionados con él, después -y aquí se encuentra el mayor riesgo- fueron introducidos nuevos delitos en materia económica y financiera, gracias a la normativa anti-reciclaje vaticana que entró en vigor el año pasado.
Frente a tareas tan amplias, el promotor de justicia subrayó que está preocupado ante la posibilidad de que «tales alabables novedades terminen por comprometer gravemente las funcionalidades del tribunal». 
El Tribunal vaticano, explicó Piccardi, en materia económica y financiera «está investido de la jurisdicción penal, no solo por los hechos y actividades que conciernen a sujetos y entes del Estado de la Ciudad del Vaticano, sino también por lo que tiene que ver con los Dicasterios de la Curia Romana y los Organismos y entes que dependen de la Santa Sede». En la práctica, termina «por asumir el papel de una autoridad jurisdiccional ultraestatal»; por ello, «para estas nuevas funciones será necesario ofrecer un aumento del orgánico congruente».

De cualquier manera, según el promotor, gracias a la ampliación de su sistema jurídico, el Estado de la Ciudad del Vaticano se está convirtiendo cada vez más en un «Estado de Derecho» con todas sus letras, en el que la ley es soberana. Después de su nacimiento, explicó Piccardi, «superadas las concepciones originales de Estado patrimonial y de Estado teocrático o hierocrático, el Estado Vaticano, al carecer de una Comunidad propia, se ha ido calificando como Estado aparato, que, como tal, se gobierna a sí mismo». Pero ahora, añadió, gracias a las innovaciones que ha introducido el Papa Benedicto XVI, también el Estado Vaticano «se ha ido progresivamente “auto-limitando”, sometiéndose al propio derecho y, de esta forma, se ha transformado de Estado aparato en un Estado de derecho».
(De Internet)
Llama la atención que en uno de los estados minúsculos que hay en el mundo, tal vez el más pequeño, se desarrolle actividad judicial, y especialmente que ésta tenga lugar en un ámbito tan especial como en el estado que es la sede universal de la Iglesia Católica.
Y es que por doquiera que el hombre more, la necesidad de la Justicia, no ya como virtud, sino como exigencia para el buen orden social, y la necesidad de la Administración de Justicia son ineludibles.
No deja de llamar la atención y es sintomático, que en el Vaticano, “cabeza y casal” de la Iglesia Católica, que predica y trata de poner en práctica aquello del perdón y de la caridad, sea necesaria la administración de justicia.
Pero es evidente que la naturaleza humana y el ser humano llevan ínsita la posibilidad del error y de la infracción de la norma, y por ello, siempre ha de preverse la necesidad de dirimir los litigios y de proteger la sociedad.
Diría el puritano que en el Vaticano todo debería ser bien y virtud, pero bien se alcanza que no es así, porque el hombre no deja nunca de serlo con sus limitaciones, y que la presumible utopía del bien está a veces ausente, como en cualquier otra parte del mundo.
Y, en efecto, ha alcanzado importante relevancia en los medios de comunicación el juicio al mayordomo del Pontífice, por apropiarse y divulgar documentos confidenciales y secretos.
Ya se conoce la sentencia, y se especula sobre si cumplirá su condena, y en el propio territorio vaticano, o si alcanzará perdón papal.
No nos detenemos a pensar que la Iglesia Católica pueda sustraerse a aquel apotegma jurídico de “Justitia dulcore misericordiae temperatur” (La Justicia se modera con la misericordia), porque “Summum ius, summa iniuria” (El máximo Derecho, la mayor injusticia”), pero ello nos conduciría a la temática del derecho de gracia,  a la polémica de la amnistía y del indulto, de la libertad condicional y de todo lo demás, tan en boga actualmente en nuestro país, con motivo de la excarcelación por motivos humanitarios de  presos etarras. Es mejor relegarlo a otro momento.
Baste por ahora dejar aquí constancia de que hasta en los ambientes y entornos sociales en los que podría suponerse la máxima observancia de las normas éticas y morales, siempre hace falta el órgano que administre justicia, porque el ser humano por naturaleza es posible infractor.Y hacen falta jueeces, fiscales y abogados.
No entramos ni salimos en la condena del mayordomo del Papa, que si condenado ha sido es porque el Tribunal vaticano le ha considerado culpable, y en principio hay que respetar las decisiones de los órganos que imparten justicia, pero sí aprovechamos la noticia para recordar que la Justicia (con mayúscula) hay que llevarla siempre “a cuestas”. Bien porque se corrompe, bien porque se necesita. Bien porque si no se cuida, llega a corromperse.

“Sin piedad la justicia se torna crueldad. Y la piedad sin justicia, es debilidad”.- Pietro Metastasio (1698-1782) Poeta italiano.

EL COLECTIVO DE JURISTAS DE CEAN, SCP