“Navidad: La Justicia y la Paz se besan
(Por José Luis Ysern de
Arce, Psicólogo, Facultad de Educación y
Humanidades, Universidad del Bio-Bio, Chile)
Son muy bonitos el tema y la música; el problema es saber si estamos
de acuerdo en el sentido que tiene la paz que unos a otros nos deseamos con
motivo de la Navidad. ¿Qué entendemos por la paz? ¿Qué es la verdadera paz? El
salmo 85 dice que la Justicia y la Paz se besan. Quiere decir que la paz no es
sólo ausencia de guerra. Una familia no vive en paz sólo porque no haya grandes
peleas entre sus miembros.
Puede ser que en esa casa nadie se grite, nadie cometa agresiones
verbales ni físicas contra otro, y sin embargo puede ser que el clima general
en esa misma casa sea irrespirable a causa de la frialdad y del individualismo
que flota en el ambiente.
La paz no existe si no hay justicia. Esa justicia que significa que
los derechos de todos son respetados, que todos son considerados iguales en
dignidad, que nadie es marginado ni discriminado por sus ideas, religión, raza,
color de la piel, situación económica, o situación sexual. Hay justicia cuando
todos tienen igualdad de oportunidades y
pueden ser satisfechos en sus necesidades básicas de salud, vivienda, educación y trabajo. No hay justicia cuando algunos tienen mucho y les sobra, y muchos tienen poco o nada, y les falta.
pueden ser satisfechos en sus necesidades básicas de salud, vivienda, educación y trabajo. No hay justicia cuando algunos tienen mucho y les sobra, y muchos tienen poco o nada, y les falta.
Navidad es hacer esfuerzos para que esa paz que tanto cantamos y
pronunciamos se haga realidad a partir de nuestro buen trato a los demás
durante todos los días del año. En ese sentido se puede decir que Navidad es
cualquier día del año en que alguien se acerca a Dios, o a otro hombre o mujer,
para llamarle hermano, hermana. Sentirse hermano del otro equivale a
considerarle en absoluta igualdad conmigo; nada nos diferencia en lo esencial,
y nada ni nadie puede hacer que alguien pueda sentirse superior a otro. De lo
contrario, nuestros deseos, cantos y
manifestaciones de la paz navideña serían un cinismo hipócrita, vacío de contenido. Haremos posible que la paz y la justicia se encuentren y se besen cuando logremos que todos los hombres y mujeres de nuestra tierra gocen verdaderamente de la participación y derechos que les corresponden en la mesa común de los beneficios.
manifestaciones de la paz navideña serían un cinismo hipócrita, vacío de contenido. Haremos posible que la paz y la justicia se encuentren y se besen cuando logremos que todos los hombres y mujeres de nuestra tierra gocen verdaderamente de la participación y derechos que les corresponden en la mesa común de los beneficios.
Todavía hay muchas personas en nuestra sociedad que son despojadas de
los beneficios que pertenecen a todos, y son excluidas del disfrute de las
oportunidades económicas y sociales, que en justicia les corresponden. La
Navidad tiene que ser un grito que llama a nuestros corazones para decirnos que
eso no está bien, que eso no corresponde en una sociedad de gente que se
considera buena y que habla de paz a los hombres y mujeres de buena voluntad.
Como dice un obispo latinoamericano: “La justicia y la paz no se besan en
América Latina porque existen enormes desigualdades de carácter económico,
político, y cultural”.
Es Navidad. Deseémonos la paz unos a otros; hagámoslo de corazón.
Si lo hacemos de corazón no nos quedaremos sólo en palabras; si nos deseamos sinceramente la paz, cada uno pasará a su tarea pacificadora y nos convertiremos en constructores de la paz, y de la justicia que le es inseparable. Pondremos manos a la obra y aportaremos lo mejor de nosotros mismos para que todos los hombres y mujeres de nuestro mundo se sientan más dignos, amados y respetados. Sólo así nos podremos desear la feliz Navidad.”
Si lo hacemos de corazón no nos quedaremos sólo en palabras; si nos deseamos sinceramente la paz, cada uno pasará a su tarea pacificadora y nos convertiremos en constructores de la paz, y de la justicia que le es inseparable. Pondremos manos a la obra y aportaremos lo mejor de nosotros mismos para que todos los hombres y mujeres de nuestro mundo se sientan más dignos, amados y respetados. Sólo así nos podremos desear la feliz Navidad.”
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Poco puede añadirse a lo que comenta el Profesor Ysern, aunque siempre
es oportuno concretar algunas ideas sobre nuestra realidad más próxima, al filo
de esos conceptos de Justicia y Paz.
Así que se ha de partir de la base esencial del respeto a los
derechos humanos e individuales, dotando a la sociedad y a las personas de los
medios y de los mecanismos adecuados para que puedan ejercitarlos y protegerse de
las intromisiones y ataques que la vida diaria les produce.
Y en ese entorno, la Justicia lenta y roma no lo es, y por ello no
genera Paz, como la Justicia no imparcial (¡vaya contrasentido!) tampoco “se
besa” con la Paz.
En estos tiempos en que casi se retransmite la comisión de un posible
delito, en los que a los simplemente imputados o presuntos delincuentes ya se
les juzga de antemano, sometiéndoles a la “pena del telediario” o al acoso
mediático; en estos tiempos en los que casi siempre resulta que el poderoso resuelve
antes sus necesidades de Justicia que el pobre y desvalido; en estos tiempos en
que el amor conyugal o de pareja se torna agresividad y muerte, sin que el
Estado y la Justicia alcancen soluciones eficaces; en estos tiempos, en fin, se
dista mucho del “beso”, del abrazo entre Justicia y Paz.
Pasar de los simples enunciados y proclamaciones a las acciones
correctas y eficaces parece que se ha convertido en una “misión imposible”.
Y todo es porque en la vida diaria se han introducido la doblez, la
mentira y el egoísmo, y se han impuesto a los
valores morales el materialismo y el hedonismo .
Por todas partes aparecen fraudes y corrupciones, y si bien los
órganos de la Administración de Justicia, al menos en España, actúan lo que
pueden (por su limitación de medios y de hombres), el problema crece y no se
disipa.
Resulta admirable el ejemplo de solidaridad que se despliega en la
Navidad con los bancos de alimentos y las ayudas a algunas familias
necesitadas, pero duele que eso solamente ocurra en estas fechas, casi como
pareciendo que así se pone sordina a la hiriente realidad de la pobreza
creciente.
Y nos referimos a España, porque en otras muchas naciones, la Justicia
y la Paz se agreden, se hieren, se atacan, bien mediante la corrupción, bien
mediante el abuso de los poderosos, bien mediante el atentado a los más elementales
derechos de la persona.
Es el signo de estos tiempos, y debemos rebelarnos ante ello,
buscando la ayuda al prójimo (próximo), al hermano, al necesitado,
mediante
mayor rectitud, menos egoísmo y más generosidad.
Y ojalá en las vidas de todos nosotros la Justicia y la Paz se fundan
en un beso.
Ésa es nuestra felicitación.
APB, POR EL COLECTIVO DE JURISTAS DEL CENTRO EUROPEO DE ASESORAMIENTO
Y NEGOCIOS, SCP.